¿Un Bicentenario de dependencia, cautiverio y discriminación?
http://impreso.milenio.com/node/8835147
No pienso remontarme a los últimos 199 años; un vistazo a éste y a las diferentes manifestaciones para celebrar el Bicentenario comprueba contundentemente que para nosotras no hay causa de celebración, aunque sí causa abundante de tristeza. En las publicaciones, manifestaciones culturales o populares, pronunciamientos y postulados oficiales brillamos por nuestra ausencia.
Nuestros gobernantes forman un compacto e indignante Club de Toby (¿recuerdas al amigo de la Pequeña Lulú?) al que las mujeres no entramos ni siquiera como ciudadanas de segunda. Algunos ejemplos:
A un costo multimillonario —suficiente para construir necesarísimos refugios y hospitales para mujeres víctimas de violencia— se imprime y distribuye el libro titulado Viaje por la historia de México que, como bien señala Heriberto Yépez en Laberinto de Milenio, sólo menciona en total a cinco mujeres: Isabel la Católica, la Coyolxauqui, la Virgen de Guadalupe, Sor Juana Inés de la Cruz y la Corregidora. Y de 1810 para acá ¡ni una más! ¿Podemos atribuir ignorancia al autor, Luis González y González? ¿O debemos calificarlo de misógino, al igual que quien eligió el texto y quien aprobó esa elección?
La televisión exhibe una enorme, y carísima, cantidad de comerciales que presumen Los 500 Compromisos Cumplidos por el gobierno de Enrique Peña Nieto. No hay uno solo que se refiera a causas de mujeres. Carreteras sí, hospitales y producción en el campo también, pero justicia para las mujeres no. ¡Imperdonable en un Estado que ostenta uno de los primeros lugares de México en asesinatos de mujeres por violencia de género!
Hace unos días, una mexicana ganó un juicio muy singular en EU: se le otorgó la nacionalidad estadounidense en calidad de refugiada por haber sufrido años de violencia doméstica en México sin que ninguna autoridad mexicana le haya brindado la mínima protección ni menos haya procedido en contra del marido golpeador. Esta ley se aplica en EU en los casos en que el país de origen de la persona no le ofrece protección en casos de violencia extrema. ¿Lo celebramos o lo lamentamos? Es un triunfo para la víctima, pero una derrota más para México. En la presente Legislatura hay menos mujeres que en la anterior. Se legisla sobre todo lo que nos concierne prescindiendo de una mayoritaria presencia femenina. Como un insulto injustificable, en 17 estados de la República se anularon en los Congresos locales derechos ya reconocidos en 1931 a las mujeres, como es el derecho de abortar cuando el embarazo sea producto de una violación, haya malformación en el feto o peligro para la vida de la madre. Con esta elocuencia queda demostrado una vez más que la mujer es un mero objeto de uso y abuso por parte del hombre, del Estado y de la Iglesia; una ciudadana con todas las obligaciones, pero con mínimos derechos, desde luego no el de decidir sobre su propio cuerpo.
Se nombra a Arturo Chávez y Chávez como procurador general de Justicia del país, olvidando su indiferencia misógina —cuando no insultante ironía hacia los feminicidios— durante su desempeño como procurador de Chihuahua. Su desinterés por los cientos de mujeres violadas, torturadas y asesinadas en Ciudad Juárez fue la puerta abierta a la impunidad por la que se colaron todos los demás horrores que hoy presenciamos en esa triste población.
La valientísima Lydia Cacho, en reciente carta dirigida al presidente de la República, le hace varias preguntas con relación a su reciente convocatoria para que todos nos involucremos en la lucha por la seguridad que se libra en el país. “La lucha a la que refiere, cuando dice ‘gente’ —le pregunta— ¿se refiere a hombres, mujeres, niños y niñas o sólo a sus soldados?”
Las mujeres estuvieron abrumadoramente ausentes entre los reunidos en la junta sobre seguridad. Se habla de “todos” y es muy elocuente el plural masculino, porque a “todas” nos siguen ignorando, marginando y humillando hoy como hace 200 años. Celebrar. ¡¿Qué podemos celebrar las mujeres?!
